Parálisis política en EEUU, ¿bueno para la economía global?
Dalibor Eterovic Managing Director TRG Management
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Dalibor Eterovic
Los mercados están digiriendo el significado del fracaso del partido Republicano en aprobar la propuesta de ley que reemplazaría el actual sistema de salud norteamericano denominado ObamaCare.
Más de 7 años y múltiples intentos en derogar este sistema, ahora con todo a su favor, el ala moderada republicana y los grupos más conservadores (Freedom Caucus) no pudieron ponerse de acuerdo. La fragmentación ideológica del partido de derecha nunca ha sido más clara. Varios errores no forzados ayudaron a que el proyecto no prosperara. Primero, la iniciativa dejaba mucho que desear. De acuerdo al CBO, ente técnico encargado de estimar los impactos económicos y sociales de los proyectos de ley presentados en el congreso, la propuesta arriesgaba a dejar a más de 24 millones de personas fuera del sistema de seguro de salud hacia el año 2026, mientras solo reducía el déficit fiscal en US$ 337 billones (menos de 2% del PIB) durante el mismo periodo. Segundo, la reforma fue diseñada casi en secreto por las cabezas del partido, sin integrar equipos técnicos ni socializarla con los congresistas. Una vez presentada, se dieron tiempos muy limitados para debatirla.
La promesa del gobierno de ahora enfocarse en la reforma tributaria, fue bien recibida por el mercado. Sin embargo, la posibilidad de un nuevo tropiezo legislativo es significativa. Si bien todos los republicanos quieren menores impuestos, el problema es cómo financiar la menor recaudación fiscal. Por ahora, la única propuesta tributaria que hay sobre la mesa pertenece a los congresistas Ryan y Brady. Ésta busca cambiar el sistema actual basado en impuestos de acuerdo al domicilio corporativo, por uno basado en el destino de los productos y servicios realizados. La propuesta tiene varios elementos positivos: alinea el sistema norteamericano al estándar internacional y acaba con el incentivo de las multinacionales a domiciliarse fuera del país solo por razones tributarias. Pero requiere de ajustes de frontera al no permitir deducciones por costos laborales en productos importados. Más aún, estos ajustes son pieza clave para mantener el equilibrio fiscal. Dado que el efecto es similar al de una tarifa a productos extranjeros, este impuesto enfrenta oposición doméstica de empresas importadoras y externa al arriesgar acciones legales de socios comerciales al posiblemente violar tratados de la Organización Mundial de Comercio. Varios senadores republicanos ya han salido a criticar este sistema lo que hace muy difícil que finalmente sean parte de la reforma. Como un número significativo de los congresistas republicanos está en contra de aumentar la deuda fiscal, sin ajustes de frontera para financiar los menores ingresos, se reduce bastante el espacio para bajar impuestos.
Este escenario es positivo para la economía global. Un estímulo fiscal moderado en Estados Unidos reduce los riesgos a la baja en el crecimiento de este país. Pero al no tener gran efecto sobre la demanda interna, las tasas de interés y el dólar, mantiene condiciones financieras favorables para el resto de las economías.